lunes, 4 de enero de 2016

En recuerdo de Santiago Fernández Ardanaz




A la muerte de Santiago Fernández Ardanaz
His life was gentle, and the elements
So mixed in him that Nature might stand up
And say to all the world, ‘This was a man!’
                                                                                                                                                        

Tras una jornada de extenuante calor del mes julio de 2015, a pocos días de celebrar su onomástica, acompañado por su mujer y sus dos hijas, presente constantemente en la memoria de sus amigos a algunos de los cuales incluso había recibido y con quienes solía conferenciar horas enteras hasta que el agravamiento de su estado lo impidiera, extenuado en la cama de un hospital de Alicante por una enfermedad contra la que no podía ganar y ante la que no hizo la menor concesión, con la serenidad de un sabio, Santiago Fernández Ardanaz moría. 





“Moría”, no obstante, resulta una expresión demasiado pobre, desafortunada e inexacta; los hombres como Santiago Fernández Ardanaz no pueden morir y su descenso al más oscuro de los valles es solo aparente. Una aproximación más detallada a su extensa obra permitirá en el futuro a los especialistas establecer y valorar cuáles fueron las innegables aportaciones que hizo al periodismo, a la historia de las religiones y a la antropología desde perspectivas complementarias no siempre justamente valoradas por un mundo académico de eruditos monódicos que no suelen entender de polifonías; pero basta con una mirada superficial a su trayectoria vital para ver que fue un hombre que en su camino dejó un legado de cariño y amistad entre quienes le conocieron, al tiempo que sentó las bases para el desarrollo moderno de los estudios de Periodismo y de Antropología en Murcia y Alicante. Era una persona con la mirada elevada, un hombre de espíritu que nunca se aisló en la torre de marfil de sus pensamientos ni se escudó detrás de los libros. Buscó siempre el camino de la rectitud y llevar a cabo sus ideas pensando en el bien de todos y la máxima colaboración con todos. Fue constante, fue fiel a sus valores; en un mundo de astros móviles y meteoros brillantes pero fugaces, se parecía a la estrella polar, fija en la bóveda celeste. 

Aunque confiaba siempre y no temía ningún poder de este mundo, el éxito no le sonrió en momentos decisivos; de hecho cosechó amargas decepciones y derrotas en las que su nombre intachable surgía pese a todo con la reputación que da siempre la honradez derrotada en lucha desigual; porque en el mundo en el que la educación y la cultura se han convertido en negocio de mercaderes y muchos se someten únicamente a los dictados de la rentabilidad económica, una visión de la vida como la de Santiago Fernández Ardanaz, tenía muchas dificultades para salir indemne. 

Por ello no deja de ser significativo que en sus últimos días orientara su interés a El Quijote y al concepto cervantino de libertad. Quizá algún día vean la luz como libro las líneas que trabajosamente vertió a mano sobre el paciente papel durante los días de su convalecencia. 
Quizá no sea casualidad que en el ocaso de su vida volviera a Cervantes, que era también un pensador completo, difícil de constreñir a un género concreto y que era el más moderno de sus contemporáneos. Había muchos aspectos cervantinos en Santiago Fernández Ardanaz, él mismo era un caballero de la triste figura que se había enfrentado a gigantes, un apóstol y un amigo de la humanidad, incapaz de odiar a nadie, con una fe inquebrantable en la dignidad de las personas, y que tenía esa nobleza innata de quien de verdad es hijo de sus obras. 




En su hermosa casa de Alicante, estando muy enfermo, acompañado cada instante por su mujer, siempre que podía cultivaba su huerto tanto como cultivaba la amistad recibiendo a sus próximos, y así supo ir separándose poco a poco de un mundo al que amaba. Al final no digamos que nos ha abandonado aunque su nombre esté entre los difuntos, pues quedan sus obras, su magisterio, su recuerdo y la imagen de su vida; no digamos que nos ha abandonado, pues aquí no sirven las expresiones corrientemente aplicadas a otro cualquiera, sino tan solo digamos que nos ha precedido a otro lugar de aguas tranquilas y verdes praderas.

http://esquelas.laverdad.es/esquela/dr-don-santiago-fernandez-ardanaz-15733.html
http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=123664
http://gacetareligiosa.blogspot.com.es/2015/07/en-recuerdo-de-santiago-fernandez.html
http://revistas.um.es/rmu
http://ababol.laverdad.es/literatura/6205-tras-el-espiritude-cervantes


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